sábado, 30 de abril de 2011

Historia del Cine I - Cine de Aventuras

Comenzaré con una nueva sección en el Blog, titulada Historia del Cine. Creo que no hay mucho que agregar al título, éste lo dice todo. Recopilaré información por partes, situándome en cada género de este mundo tan maravilloso que es Purilia. Espero que los disfruten.


CINE DE AVENTURAS

«Y si podemos reproducir lo que vemos, ¿por qué no también lo que soñamos?» 
Georges Méliès

Cuando el cine nace públicamente en París, en el ya lejano diciembre de 1895, lo hace curiosamente investido con el carisma de la aventura. Que el trivial desplazamiento de una locomotora, la banal demolición de un muro o la cotidiana quema de unas hierbas suscitasen el pasmo público que han relatado los cronistas de las primeras sesiones de Lumière, revela que el cine se impuso al público, desde su primerísima hora, como una aventura de la percepción óptica. No fue la llegada del tren, la quema de hierbas o la demolición del muro, hechos vistos mil veces, los que asombraron a los espectadores parisinos, sino su fidelísima duplicación que aún desprovista de cromatismo y de tridimensionalidad, poseía la condición dinámica definidora de la vida y de la realidad, que sesenta siglos de pintura y sesenta años de fotografía no habían conseguido recrear.
Louis Lumière, que tenía poca fe en las posibilidades espectaculares del cine, envió pronto a sus agentes a todos los rincones del mundo para que difundieran su invento y, a la vez, captasen imágenes de aquellas tierras lejanas. Hombres como Promio o Félix Mesguisch fueron una curiosa mezcla de viajantes de comercio, con su cámara en la valija, y de pioneros de una nueva forma de comunicación sensorial. Las imágenes de África del Norte, de San Petersburgo y hasta de Pekín que fueron llegando a los bulevares de París, justificaron el calificativo de "gran viajero" con que Lumière bautizó a su invento, atento a sus posibilidades documentales y científicas. La fascinación de África, la fastuosidad de la Rusia zarista y la China enigmática se convirtieron de pronto en nuevos horizontes de la mirada, en una época en que el turismo estaba prácticamente reservado a los diplomáticos, a los periodistas y a los hombres de negocios. Los mundos narrados por Kipling o Pierre Loti cobraban así una inédita presencia óptica.
Con su pupila abierta sobre la superficie terrestre o sobre el mar, el cine ha recogido aventuras insólitas o cotidianas que han ido quedando plasmadas en títulos que hoy constituyen auténticos hitos de la historia.
Si el cine de aventuras fue siempre el espacio de los sueños, de la emoción, de la libertad que brindan los grandes horizontes, no resulta extraño constatar un renacimiento del género en un momento de crisis de valores que engendra frustración y retorno a esa individualidad que es el signo más sobresaliente de todo aventurero. ¿Quién discutiría esa característica en Indiana Jones, el protagonista de Cazadores del Arca Perdida (Raiders of the Lost Ark, 1981), de Steven Spielberg?
El actual cine de aventuras, no obstante, es escasamente innovador en el género y se caracteriza por un descarado afán por el pastiche, la referencia cinéfila y la acumulación de fórmulas. Las grandes superproducciones de aventuras, al igual que las de cualquier otro género, suponen enormes desembolsos y, lógicamente, cada film es diseñado según la demanda del mercado, sin dejar ningún cabo suelto ni permitirse veleidades de autor. Además de eso, la película es solo una parte del producto -integrado también por la publicidad, gira de actores y director, lanzamiento de la novela, disco, cómic, camisetas, etc.- y su consumo depende de la habilidad a la hora de crear la necesidad de ver el film.
El retorno, por esta vía paradójica, del cine de aventuras está sujeto a un dirigismo de marketting que impide su desarrollo espontáneo, lo fija en fórmulas preestablecidas y lo sujeta a la espectacular tiranía de los efectos especiales.
El otro factor que impide un género más prolífico e innovador es, sin duda, la ausencia, en la etapa actual, de directores y actores que tomen el relevo dejado por maestros como John Huston y Howard Hawkes, o Errol Flynn y Gary Cooper.

Extraído de "El Cine, enciclopedia Salvat del 7° Arte" - 1986

Aquí termina esta primera parte de Historia del Cine - Cine de Aventuras, que continuará próximamente. Espero la lean.

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